
Ayer Jose Luis Bilbao en el ciclo de conferencias de la Fundación Sabino Arana, entro al núcleo del asunto, desgrano la situación actual y con la claridad que acostumbra, con un estilo similar al que utilizo en el asunto del Athetic. Dejo meridianamente claro su punto de vista, el suyo como decía el,
"Mi visión, como cualquier otra, es parcial pero creo que tiene la virtud de estar expresada tras una vinculación política y práctica en el gobierno territorial ciertamente dilatada".
Hoy estamos de tomate mediático, un tomate amontonado por todos aquellos que ni le escucharon ni se han preocupado de leer los doce folios de su intervención.
Como seria interesante leer para poder sacar las espadas y pinchar, seria bueno comenzar pinchando en el link. Jose Luis Bilbao Discurso integro
Pero este es el parrafo con el que se desforman los argumento para hacer titulares
"Con este panorama, estoy profundamente convencido de que el futuro de este País pasa por articular un gran entendimiento que dé cauce de expresión política e institucional a la gran corriente mayoritaria de centro izquierda que representa la centralidad en términos sociales. Este gran acuerdo no puede ser articulado más que por el mundo socialistay el mundo nacionalista democrático. No estoy hablando de hacer una coalición en tal o cual sitio. No se si será posible a corto plazo por las estrategias y necesidades electorales particulares e inmediatas".
Pero la desgracia es que antes de acusar, insultar y desbarrar, no nos informamos, hablamos haciendo análisis sobre lo que publican los medios, los cercanos y los lejanos, nos conformamos con el titular para cabrearnos y dudar de los nuestros, sacamos la testosterona geneda por el complejo que otros nos cargan. Dejamos el olvidado el "Alderdikidea naiz eta harro nago"
Pero como seguramente alguno no tendrá el Acrobat, publico la parte polémica con la que algunos acusan al Diputado general, me permito el lujo de marcar en negrita las partes con enjundia para demostrar que ni pierde le norte, ni dice nada diferente de lo que la mayoría pensamos, expresamos y reconocemos en los análisis que hacemos en nuestras organizaciones. Pero claro, siempre tendremos quienes hagan referencia al tripartito, su vida, milagros, sin contar con los sapos que nos tragamos en ayuntamiento y diputaciones.
Pero tenemos un País enfermo.
Un País enfermo y en estado grave porque la violencia de ETA y de sus entornos es una realidad que envilece la vida cotidiana y las relaciones sociales.
Los principios éticos y los Derechos Humanos son prepolíticos. Hablar sobre el derecho a la vida no es hablar o discutir de política.
Mientras haya gente dispuesta a justificar, apoyar o mirar hacia otro lado cuando se asesina a una persona porque piensa de una determinada manera o porque es policía, empresario, juez, periodista o tasquero.
Mientras haya personas a quienes se les chantajea, bajo amenaza hacia ellas o a sus entornos, para que aporten dinero para mantener las estrategias terroristas.
Mientras sigan llegando cartas en las que se conmina a ponerse en contacto con los círculos habituales de la izquierda abertzale para materializar el pago mafioso. Por cierto, ¿qué círculos son esos? ¿A quién tienen que dirigirse? Mientras haya gente capaz de quemar el coche de otro, hacer pintadas amenazantes, atacar sedes de partidos políticos, quemar cajeros o mobiliario urbano, destruir bienes públicos.
Mientras haya quienes pretenden una construcción nacional destruyendo lanación que dicen defender. Mientras cada acción de ETA siga provocando auténticos terremotos entre las formaciones políticas democráticas en un espectáculo con el que se frotan las manos los terroristas y quienes les jalean y apoyan. Mientras exista miedo en muchos momentos a levantar la voz y a significarse. Mientras que un minuto de silencio en San Mamés por un asesinato sea motivo de agrias discusiones. Mientras estas situaciones se sigan dando, este País seguirá estando enfermo.
Y digo más, mientras haya gente que crea que son abertzales y que sería bueno que todos los abertzales fuéramos de la mano en pos de la liberacióny construcción nacional porque podemos compartir algunos fines, este Paísseguirá estando enfermo.
Yo no comparto con ellos ni los medios ni los fines. Mi Euskadi no es la suya porque no existe idea, patria, religión o lo que sea por lo que merezca la pena matar.
Una última reflexión sobre la gobernabilidad.
La ciudadanía si algo reclama a los responsables políticos e institucionales es que resolvamos problemas y que no los creemos. Nos pide acuerdos y no conflictos. Nos pide educación y no insultos. Nos pide diálogo y no broncas malsonantes y disparatadas.
He oído decir en más de una ocasión que insistir hoy en la POLÍTICA DE LAS COSAS es algo baladí porque cualquiera sabe hacer aceras. Oigo decir en más de una ocasión que gobernar no es gestionar y esto es algo en lo que estoy en absoluto desacuerdo.
La POLÍTICA, con mayúsculas, son los grandes debates y este País sigue teniendo pendientes unos cuantos.
Pero también es POLÍTICA con mayúsculas la resolución de los problemas cotidianos de la ciudadanía. La educación, la sanidad, el transporte público, las infraestructuras, el medio ambiente, los servicios sociales, las políticas de empleo, la cultura, el euskera, la ordenación del territorio, el agua, las playas, los parques naturales, el sector forestal, la ganadería, la tecnología,
la industria, el deporte, la igualdad de género, la cooperación al desarrollo, la vivienda, la discapacidad, el envejecimiento poblacional, la inmigración, las políticas fiscales y tantas otras cosas, son POLÍTICA con mayúsculas. La ciudadanía cuando se expresa en unas elecciones lo hace cada vez más teniendo en cuenta qué y como se hacen las cosas, cómo se cumplen los compromisos y cuál es la actitud y el comportamiento de aquellos a los nos han dado la confianza para gobernar, dirigir y gestionar la cosa pública.
Gobernar es hacer propuestas a la sociedad, responder a las demandas sociales, establecer prioridades, diseñar planes, asignar recursos y gestionarlo adecuadamente y con eficacia para corresponder a la confianza que la ciudadanía nos da con su voto.
En estos 25 años la sociedad vasca ha cambiado una enormidad. Ha madurado, se ha modernizado y se comporta en claves de normalidad democrática salvo en lo que se refiere a la existencia atroz del terrorismo y sus secuelas que ya he comentado.
El comportamiento electoral de las personas con menos de 40 años tiene muy poco que ver con los bloques altamente ideologizados que se expresaban tras la transición.
La opción de voto varía en función de lo que está en juego en cada momento, de lo que se oferta, de la credibilidad de cada uno y de lo hecho hasta ahora. Lo bien hecho se premia y lo mal hecho se castiga, sea quien sea el responsable. El voto ideológico tiene cada vez menos peso relativo en el resultado final y esto es algo que tenemos que tener muy en cuenta quienes tenemos responsabilidades políticas o institucionales.
Y en una sociedad como la nuestra que es como es y no como a cada uno nos gustaría que fuera, es necesario articular acuerdos con un amplio respaldo social, político y electoral de forma que sea posible gobernar y hacer POLÍTICA con mayúsculas para dar respuesta a lo que la sociedad nos reclama.
Gobernar y hacer POLÍTICA con mayúsculas es intentar dar coherencia en todos los ámbitos institucionales para que la acción de gobierno en todos los niveles sea posible.
Aunque sea una obviedad, lo tengo que recordar : este País no es monolítico. Convivimos en él diferentes sentidos de pertenencia identitaria, diferentes sensibilidades sociales y diferentes formas de entender la organización social y diferentes opiniones sobre cuál debe ser nuestro marco jurídico-político.
En mi opinión, estas diferencias se pueden resumir en la existencia de cuatro corrientes de fondo que expresan con claridad la realidad , riqueza y a la vez el drama de la sociedad vasca.
Una derechona españolista, retrógrada, carca, monárquica, caciquil y clerical que en los últimos tiempos se viste de un ropaje liberal e individualista y que políticamente está representada por el Partido Popular.
Por muy modernos que parezcan son la España negra de siempre. Un socialismo que ha olvidado su tradición obrerista, que se ha adaptado a los nuevos tiempos, se ha modernizado y sigue teniendo un peso específico en realidad social vasca.
Un socialismo que en este País no se ha sacudido de encima el estigma jacobino y que bajo el argumento de que todos los españoles son iguales no asume la realidad de un hecho diferencial vasco.
Un socialismo que ha tenido y sigue teniendo ramalazos de lerruxismo intentando enfrentar dos comunidades con discursos de maletas y ciudadanos de primera y segunda. Un socialismo sucursalista sin voz propia diferente a la del amo de Madrid y cuya expresión política es el Partido
Socialista de Euskadi.
Un nacionalismo vasco profundamente democrático con una clara apuesta por la transformación social y la construcción nacional desde los ámbitos institucionales y que es quien ha levantado este País desde sus escombros de finales de los años setenta.
Un nacionalismo vasco representado por EAJ-PNV que ha sido y creo que seguirá siendo la centralidad política y social de este País. Un nacionalismo de construcción nacional día a día. Un nacionalismo que trabaja para ser cada día menos dependientes y cada día un poco más independientes.
Un nacionalismo que también tiene en su seno la permanente tentación de la radicalidad y una preocupante tendencia cainita interna que sólo con responsabilidad y visión de futuro puede seguir siendo el cauce central de la sociedad vasca. Aberri y Comunión. Corazón y cabeza. Sentimiento e inteligencia.
Una izquierda que se autodefine como abertzale pero que es fundamentalmente un movimiento antisistema, controlada ideológicamente por los últimos reductos que quedan en el planeta del marxismo leninismo más rancio, en el que la lucha armada es un medio más para que triunfe la
revolución, que desprecia los derechos humanos de los demás y que tras más de 30 años del fin de la dictadura es capaz de enganchar todavía a nuevos alevines utilizando el odio y el victimismo como elementos de aglutinar fuerzas en su interior.
Un mundo cerrado al exterior y que vive y se retroalimenta al margen de la evolución social. Una izquierda revolucionaria y a la vez cobarde por su incapacidad demostrada para alzar la voz contra las vulneraciones de derechos humanos. Una izquierda autoritaria y fascistoide que expresa la sintomatología de la enfermedad que sufre este País.
En términos intelectualmente amplios, el resto de expresiones políticas organizadas son derivados más o menos efímeros de estas cuatro corriente de fondo.
Siendo esto así, ninguna de las cuatro corrientes por sí sola tiene capacidad para liderar en solitario el presente y el futuro de Euskadi.
Todo el mundo habla de la necesidad de establecer amplios acuerdos y amplios consensos para organizar, liderar, gobernar y resolver las asignaturas que todavía tenemos pendientes. Pero no prosperan. Intentos ha habido varios y con resultados decepcionantes caso todos ellos. Lizarra fracasó. La unidad y la acumulación de fuerzas nacionalistas fue un estrepitoso fracaso porque se cometió el error de no contar con la enfermedad grave que sigue padeciendo la sociedad vasca. La verdad es que nos engañaron y que ni compartíamos entonces ni compartimos ahora con ellos ni medios ni fines.
Hay quienes están tentados de poner en marcha una Lizarra bis bajo las siglas de Euskal Herria BAI para apelar a la sociedad vasca a la defensa grandilocuente de la Patria sin pararse a pensar en cómo es hoy la sociedad, con ingredientes monzonianos preocupantes y reviviendo el viejo y trasnochado espíritu eladio de los vascos químicamente puros.
El gran problema de esta ensoñación es que después de gritar ¡ Gora Euskadi ! y responder todos ¡ Gora! , ¿ qué hacemos al día siguiente ?.
¿Cuáles son las propuestas concretas para dar solución a las demandas reales y diarias de la ciudadanía ? Aquí es donde no hay respuesta. El gran frente del NO que también intentaron el Partido Socialista y el Popular fracasó con estrépito y parece difícil su resurrección aunque si dieran los números la tentación estará viva.
Con este panorama, estoy profundamente convencido de que el futuro de este País pasa por articular un gran entendimiento que dé cauce de expresión política e institucional a la gran corriente mayoritaria de centro izquierda que representa la centralidad en términos sociales.
Este gran acuerdo no puede ser articulado más que por el mundo socialistay el mundo nacionalista democrático. No estoy hablando de hacer una coalición en tal o cual sitio. No se si será posible a corto plazo por las estrategias y necesidades electorales particulares e inmediatas.
Este País necesita y nos exige un acuerdo que desbloquee los desencuentros actuales. Este País necesita y nos exige un nuevo acuerdo entre vascos que permita superar el conflicto político que sigue hoy vigente. Un acuerdo entre vascos que nos permita convivir, compartir diagnósticos, sin imposiciones por parte de nadie.
Un acuerdo que permita construir un nuevo marco jurídico – político con garantías de respeto y cumplimiento para evitar lo ocurrido en tantas ocasiones con el EAPV. Un nuevo marco que exprese y articule la capacidad de decidir nuestro futuro.
Un acuerdo válido para la siguiente generación. Un acuerdo que debe estar sustentado por el mundo nacionalista democrático y el mundo socialista.
Con generosidad, altura de miras, responsabilidad y visión de estado. Para que esto sea posible es necesario que ambas partes estén dispuestas a ello y hoy por hoy no parece que el Partido Socialista esté por la labor. Todavía hay tiempo pero cada vez menos. No se si será bien o mal acogida la propuesta. Si sé que para alguien esto es ser un vendepatrias, blando y melifluo. Soy consciente de que se lavantarán voces que hablarán de poltronas, intereses y cosas peores.
Me da igual. Cuando hablamos de sociedad, de País, de Nación, de Patria, estamos hablando en primer lugar de personas, no de conceptos etéreos. La sociedad, el País, la Nación, la Patria somos las personas que aquí vivimos y a quienes debemos ofrecer soluciones, tranquilidad, eficacia, honradez, gobernebilidad y un proyecto de futuro ilusionante y esperanzador. No podemos ofrecer más frustración, desencuentros y debates estériles. Se lo debemos.